El zen no es más que una pérdida de tiempo
El satori no es algo que pueda ser alcanzado, poseído o atrapado. De hecho ni siquiera es de este mundo. Vivimos en una dimensión de egoísmo y avidez, ¿Cómo podría el satori pertenecer al reino de lo rentable?.
Un monje va a ver a su maestro y le dice: Maestro, en todos estos años de práctica no he logrado alcanzar la iluminación y por eso siento que he estado perdiendo mi tiempo ¿Qué me aconsejas hacer?. “Trae aquí tu tiempo perdido y veremos que puedo hacer con él”, dijo el maestro amablemente. En ese momento , el monje alcanzó su iluminación.
¿Lo ven? Los maestros jamás dejarán que sus estudiantes estén cómodos, que se duerman en las teorías o ideas acerca de las cosas pero mucho menos aún, que descansen sobre aquellos juicios que tengan que ver con ellos mismos. ¡No logré, no pude, que lastima, que problema, que desgracia y cosas por el estilo. El zen no es el mundo de las culpas o las lamentaciones, es el mundo de la serena alegría de buda.
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El tiempo no puede ganarse o perderse porque carece de medida, y de hecho, nosotros mismos somos el tiempo. Si bien nuestra vida humana es finita, nuestro tiempo es eterno y jamás comienza o termina y nunca es suficiente ni escaso. la materia que nos compone es virtualmente inmortal. En el capítulo veinte del shobogenzo llamado U-ji, el maestro Dogen nos dice: “Tiempo es existencia, existencia es tiempo”.
Porque es a través de lo pasajero y cotidiano que podemos comprender aquello que es importante y eterno. Cuando hacemos algo eso que hacemos, nos hace a nosotros, cuando perdemos el tiempo, el tiempo nos pierde a nosotros y así nos hace libres. Los sabios lo saben y entonces pierden su tiempo constantemente sin enredarse en luchas de poder o discusiones estériles. Ellos siempre están despiertos y estar despiertos es su manera de vivir en este mundo.
Cuando ejercitamos nuestra atención y despertamos nuestra consciencia, estar atentos se hace un acto natural. La atención al tiempo es la atención hacia la vida misma. Este acto de atención a estar plenamente presentes se traduce en respeto.
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