La geometría del Cosmos: La forma de Buda

Las montañas, los ríos, y los valles son el verdadero cuerpo del buda Sakyamuni. Nuestro cuerpo tiene una forma y esa forma está en armonía con la naturaleza. 

Pero si no seguimos esa forma natural perdemos la conexión cósmica y caemos en la ignorancia. La razón principal de esto es la ilusión del yo individual a partir del constructo mental que proviene de la cultura y la educación. Ellos nos predeterminan, encuadrándonos en los marcos de lo posible y lo imposible, lo normal y lo anormal.

Estas son ficciones. Cuando nos sentamos en zazen alineamos el cuerpo y lo sintonizamos con el universo todo. Esta geometría búdica es la real forma de la práctica, más allá del intelecto y las múltiples formaciones mentales que aparecen a partir del ego. Cuerpo y mente son uno y como tal actúan en unidad. Pero si la alineación corporal es deficiente, la mente la seguirá. Podemos corregir nuestras actitudes tan solo alineando nuestra mente a la postura corporal.

La luna se refleja en el estanque pero la luna no es el reflejo, sin embargo el reflejo es ciertamente el de la luna. Es como estar parados frente a un espejo. El reflejo seguirá indefectiblemente nuestro movimiento. De la misma forma que cuando el cuerpo está alineado, nuestra mente se alineará con él, de forma natural y espontánea. Esto sucede siempre que nos sentamos en la postura de zazen.

 

Pero para lograr esa sintonización armónica, hay que ser disciplinados y resueltos en nuestras actitudes ante la vida. Somos el producto de fuerzas que carecen de forma personal y sin embargo, son la base de la forma y el nombre del universo en que vivimos. Las fuerzas que componen la causalidad y la interdependencia no tienen forma, no son personales, no obstante generan todas las formas que existen en el triple mundo.

El yo no existe en términos de eternidad pero en nuestra ilusión pensamos que el alma existe. Es por esta ilusión de individualidad que caemos en conductas erróneas que generan karma y así permanecemos atados al ciclo del renacimiento. A medida que nuestra consciencia se abre, este cuerpo se revela como el cuerpo de un buda para luego verse como el cuerpo real de todo el universo más allá de la imaginación.

Una vez allí, adiós a los conflictos y controversias. Pero nada de esto sucederá sin práctica y desapego del ego. Los árboles, las piedras, y los ríos, predican el dharma eterno sin el uso de palabras. Lo hacen solo con su presencia, con sus rasgos búdicos. Las piedras con su quietud, los ríos con su fluir y los árboles su tronco, hojas y ramas. Nuestras manos son de hecho las manos de un buda. Nuestro cuerpo entero refleja la geometría del cosmos (Tao).

La mente es pura por naturaleza, debemos guardarnos de pensar en ella en términos de bien y mal, sabiduría o ignorancia. De esta forma la consciencia estará siempre libre de fantasmas.
Todas las cosas surgen de la mente original porque todo existe desde siempre en la mente original. cien mil millones de estrellas en cien mil millones de galaxias de cien mil millones de universos surgen de la mente, son creados por la mente. La práctica del zen es simple y directa. No hay atajos que seguir ni beneficios que adquirir. Cuando se sientan en zazen, esta naturaleza búdica se manifiesta a sí misma de forma natural.

La naturaleza de Buda se impulsa a sí misma a realizarse en todos los seres liberándolos del tormento de la vida y la muerte. El maestro Bodhidharma dice: "los budas no liberan mortales sino que los mortales liberan budas". Abandonar cuerpo y mente es la entrega de sí mismo al camino, la práctica del Dharma, esto es desde el inicio mismo, la iluminación. Por eso, no es necesaria la búsqueda de una verdad dogmática o la salvación del alma por la gracia de algún dios. Nos basta con sintonizarnos al fluir del universo (tao).

Este estado de mente es, en sí mismo, la mente de Buda. Podemos abandonar cuerpo y mente si solo nos sentamos en la postura del despertar. Cuando estamos sentados, abandonados a la práctica, todo se vuelve claro y luminoso. Cuando el maestro Dogen fue interrogado acerca de la verdad de su doctrina él respondió: “los ojos horizontales, la nariz vertical”. Esta es la geometría del Buda.

Maestro zen Mumon Savoy roshi

 


 

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