Las etapas y obstáculos en la práctica

 


En el camino de la observación de la mente podemos encontrar muchos obstáculos provenientes del medio social o familiar. Pero son sin duda los procesos internos los que más nos afectan. La constitución de nuestro yo hace que no podamos conectarnos con nuestra naturaleza original y este yo se las ingenia para desviarnos del camino usando infinitas formas de distracción.

 

El yo es algo vivo y por lo tanto quiere perpetuarse en el tiempo y continuar sus actividades según lo planeado. Muy posiblemente todos comenzamos nuestra aproximación al zen por motivos personales tales como la salud, la reducción del estrés, o por problemas psicológicos. 

En esa etapa de la práctica el ego gobierna nuestras acciones y nos impulsa a practicar con la esperanza de obtener algo a cambio, un beneficio o recompensa a futuro. Siempre está ansioso por cuando llegaran los resultados y por cuál será su ganancia en todo lo que está haciendo. 

Hay quienes promueven el zazen como método para optimizar la vida, algo así como un método de realización personal, algo que uno pueda usar como herramienta para seguir con su vida tal cual está y progresar en el mundo social y laboral. Es en esta etapa que aparecen la práctica de sesshin, zazenkai, los cambios alimentarios y la toma de preceptos o incluso la ordenación de monje

Pero nada de esto funciona con ellos porque el ego está aún en plena actividad. Muchas veces también sucede que la gente se encandila con la figura del maestro, pensando que es un ser superior o un santo que hace milagros y camina sobre el agua, sin darse cuenta que lo están armando en sus mentes y que el maestro no está allí para cubrir sus expectativas sino para reprenderlos y sacudirlos para mantenerlos despiertos y que va a usar todos los medios a su alcance para cumplir esa misión, aunque esto sea a veces muy incómodo. 

 


Entonces, cuando el maestro real ese de carne y hueso no cubre esas expectativas por determinada razón, adiós maestro y adiós práctica. Es bastante común que poco después de la toma de jukai la mayoría de los alumnos abandone la práctica debido a las expectativas que el ego tenía con respecto a todo lo realizado dentro de la sangha. 

Mucha gente piensa que cuando sea bodhisattva o monje sus problemas van a desaparecer por arte de magia y que su vida será tranquila y despreocupada, entran al templo con esta idea y pronto descubren que hay más exigencias allí que fuera, que no hay ningún nirvana esperándolos y que el templo es un trabajo interminable de tiempo completo para bien de otros y que lo único que recibe a cambio por todo ese esfuerzo es un cuenco de arroz y uno de sopa con algunos vegetales. 

Aquí empiezan los cuestionamientos y la tortura de vivir en un lugar que no se ajusta para nada a sus deseos y en el cual no es nadie no manda a nadie porque es el ultimo en llegar, y no puede tomar ninguna decisión ni cambiar nada a su antojo y que su vida esta dirigida por un maestro que ni siquiera le habla ni se ocupa de darle alguna enseñanza

En este momento, el practicante se da cuenta que no hay tal progreso, que no aparecen los resultados y que su vida lejos de estar mejor ha empeorado. Es en ese momento que el ego dice: ¿para que me esforcé en esto, que hago acá sentado mirando la pared?, me duelen las rodillas, la espalda y no veo progreso de ningún tipo, estoy loco o lo voy a estar si sigo en este camino, aquí no hay nada para mi, ¿de que me sirve esto?, todo es una mentira, un engaño, soy un idiota consumado y cosas así.

 


Bajo estas circunstancias y con una actitud egocéntrica abandona la práctica y vuelve a su rutina habitual. Pero puede suceder que uno de cada diez de ellos supere esta etapa y continúe practicando pasando así, a la segunda etapa en la que ese ego de mente calculadora y egoísta empieza a perder poder e influencia sobre la vida y decisiones del estudiante, que este comience a entender el sentido de la práctica y abandone poco a poco el egocentrismo clásico aprendido en las escuelas y el hogar y comience a practicar en un nivel más elevado con un compromiso mayor. 

Zazen no es un método de bienestar, ni una carrera social ni un método de autorrealización individualista. Cuando iniciamos la práctica puede que comencemos con esa idea pero es de esperar que poco a poco esa suciedad cultural se remueva de nuestra mente y podamos alcanzar la vía y avanzar sin la noción de progreso en nuestra mente. 

El Dharma no tiene nada que ver con la prosperidad económica, el cumplimiento de los deseos, el éxito, la fama, o incluso grandes templos o jerarquías monásticas, el florecimiento del Dharma es más bien el despertar al deseo de volverse Buda y ayudar a todos los seres que sufren. Todo se trata de tener un gran corazón compasivo. Zazen es el eje del budismo, es la práctica de Buda, nada podría ser alcanzado sin la práctica de shikantaza

En todo tiempo o lugar práctica zazen con determinación porque nada en esta vida podría ser más importante que ver directamente. porque cuando nos sentamos conmemoramos la enseñanza del maestro original, luego agradecemos el Dharma transmitido por todos los Budas del pasado y por último actualizamos la práctica original para la siguiente generación haciéndola viva y presente para todos.

Olvidarse de sí mismo es estar incluido en forma definitiva dentro del corazón compasivo de todos los Budas, por esa razón, deben tener siempre presente que la práctica y bendición del Dharma nunca debe excluirlos en modo alguno. Zazen es la fe realizada. Es la promesa de liberación cumplida aquí y ahora. 

Zazen es el Samadhi inmediato sin proceso ni evolución. Es ver la realidad cara a cara y conocer la obra de arte oculta en un bloque de piedra. Cada vez que simplemente se sientan, aun cuando ni siquiera lo noten, toda la oscuridad de miles de años de ignorancia desaparece en un instante.

 

Maestro zen Mumon Savoy roshi

 


 



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